12/11/2007
La calidad, punto de referencia en tiempos de ajuste
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Los analistas creen que la construcción necesita un mayor control para mejorar
Una casa buena, bonita y barata, ése es el objetivo. O, en términos más actuales, una vivienda de buena calidad y con un precio ajustado, las dos características más valoradas por el comprador de una vivienda nueva. Cabría decir que, junto con la localización del inmueble, una adecuada disposición de estos tres elementos otorga muchas posibilidades de éxito a cualquier promoción.
En cuanto a los precios, los actuales indicadores apuntan a que no es previsible una bajada de los mismos en el horizonte más cercano, si bien los ritmos de crecimiento se moderan de forma paulatina.
Con respecto a la calidad, la actual tendencia es a definirla «en base al grado de satisfacción global del cliente», según explica Antonio Garrido, director de calidad de la Universidad Politécnica de Murcia y ex presidente del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de la provincia.
«En España no existe un registro de datos objetivos por los que medir la calidad de las construcciones, más allá de los estudios internos de las promotoras y las asociaciones de usuarios». En su opinión, «esta asignatura pendiente nos impide realimentar el sistema, aprendiendo de los errores más habituales e implementando medidas que nos permitan mejorar a partir de ellos».
No se trata de una cuestión menor. La actual coyuntura del ciclo inmobiliario ha llevado ya a que algunos analistas aboguen decididamente por un control exhaustivo del proceso de construcción y comercialización con el fin de aumentar los niveles de calidad.
Así, la consultora CB Richard Ellis, en un reciente estudio sobre la actualidad del negocio inmobiliario, concluye que el menor ritmo de construcción de viviendas «permitirá cualificar más la oferta nueva y elevar la ratio calidad-precio, que en España es de las más bajas de Europa».
El profesor Garrido matiza al respecto que los precios «disparatados» que rigen en nuestro país son los que ocasionan este desfase. «No es que los materiales que empleamos aquí sean de menor calidad que en el resto de Europa, sino que nuestros precios son tan altos, aún en los niveles medios, que la calidad será siempre el parámetro que más sufra en este tipo de comparaciones».
De hecho, y en lo que respecta a la llamada 'calidad oculta', la que se refiere a los elementos estructurales de los edificios, España consolida su posición como uno de los países que oferta mayor calidad constructiva, con un 0,5% de defectos estructurales contra el 3%, por ejemplo, de Francia.
Con la ley en la mano
A ello contribuyen claramente las novedades legislativas puestas en vigor en los últimos años, que han cooperado a la mejora de la excelencia de los edificios.
«La obligación de contratar diversos seguros en beneficio de los compradores ha actuado como aliciente para que promotores y constructores vigilen muy de cerca la calidad de las construcciones, sobre todo de los cimientos y las estructuras, favoreciendo obras mejor consolidadas, de un nivel excelente», confirma Criselda Albors, de ECC Grupo, empresa dedicada a supervisar de forma global el proceso de edificación.
También la obligatoriedad de cumplir con los procedimientos y exigencias materiales del Código Técnico de la Edificación ha favorecido un notable aumento de los niveles de calidad de las obras nuevas.
Sin embargo, una cosa es la calidad que ofrece el sector considerado en su conjunto, y otra bien distinta la percibida por los clientes.
«En este punto sí es posible que existan diferencias entre España y el resto de países de la Unión. Es que aquí jugamos con un obstáculo que no está presente en otros escenarios: las prisas por terminar la obra», reconoce Antonio Garrido.
Es precisamente esta premura, que se concreta especialmente en los deficientes acabados y remates, la que provoca la mayor cantidad de irregularidades.
Un claro indicador de ello son las denuncias presentadas ante la Unión de Consumidores de España (UCE). Los datos que manejan son rotundos: en 2006, último año auditado, la vivienda emerge como la segunda causa más habitual de reclamaciones, con más de 26.000 denuncias, precedida tan sólo por las quejas a las compañías de telefonía.
Así las cosas, los analistas apuestan en este momento de ralentización por globalizar aún más los esfuerzos para que alcancen a todo el proceso de construcción y comercialización de un edificio.
Los expertos de CB Richard Ellis proponen impulsar la construcción de productos de mayor calidad objetiva que pueda notar el cliente, más allá de la tendencia de los últimos años de promocionar las edificaciones de tipo medio: «Esta mejora es una necesidad sectorial que permitirá volver a recuperar la iniciativa y las ventas a medio y largo plazo».
El precio de la calidad
Sin embargo, la calidad tiene un precio. «El dinero se ha convertido en una poderosa razón en una época en la que se vendía todo para entender por qué no se ha dado importancia al acopio de datos sobre calidad y a su puesta en común, tanto por parte de las administraciones como de los particulares», apunta el profesor Garrido. Esta deficiencia incide negativamente en la corrección de los errores, según el experto.
A la larga, no obstante, empresarios y analistas están de acuerdo en que invertir en calidad, más aún en el actual contexto, resulta rentable. «Cuando pasa el tiempo, la calidad permite no tener que reponer, no hacer obras y emplear esos recursos en otras actividades», concluye Garrido.
Con estos datos sobre la mesa, además de la puesta en práctica de otras iniciativas, cada vez toma más cuerpo la necesidad de ajustar el binomio calidad-precio a la situación actual del sector en una apuesta decidida por establecer nuevas estrategias para un nuevo ciclo.
¿Y si no estamos conformes?
1. La Ley de Ordenación de la Edificación, en vigor desde 2000, establece que el constructor y demás agentes que intervienen en el proceso de la edificación son responsables de los defectos y vicios de la vivienda adquirida.
2. El mayor número de quejas registradas en la Unión de Consumidores de España (UCE) en cuestión de vivienda se presenta por defectos detectados en los acabados y en los remates de la obra entregada.
3. Entre las deficiencias más habituales que detectan los compradores destacan los defectos en suelos, puertas, ventanas y albañilería. El incumplimiento de las calidades ofertadas es otro de los grandes capítulos de reclamación.
4. El nuevo régimen de garantías prevé que el constructor ha de contratar una póliza de seguro que proteja al comprador durante un año contra defectos detectados en los elementos de terminación y en los acabados.
5. A él se suma un seguro por los daños materiales causados por vicios o defectos en los elementos o instalaciones que afecten a la adecuada habitabilidad de la vivienda durante un periodo de otros tres años.
6. Finalmente, un seguro de carácter decenal protege al comprador por los vicios o defectos en la cimentación, las vigas, los forjados o los muros de carga. De los tres seguros, es el único desarrollado por el Gobierno en la actualidad.
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